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CON UN DULCE OLOR A… ¡VINAGRE!

Antes de entrar de lleno al contenido de esta nuestra nueva Arac’nota, los invitamos a realizar el siguiente ejercicio, si les preguntamos: ¿qué es lo primero que les viene a la mente cuando escuchan la palabra arácnido? ¿En qué piensan? Es muy probable que el 90% de ustedes haya visualizado a una araña, posiblemente un 5% haya pensado en un alacrán y seguramente el 5% restante o menos haya pensado en un esquizómido, un ricinúlido o un telifónido… Y es normal, ya que el segundo grupo de arácnidos con más especies descritas son las arañas, con un poco más de 47 mil (NMBE – World Spider Catalog) y es uno de los grupos mejor representados –después de los ácaros– pero ¿qué hay de los demás arácnidos? ¿Quién piensa en ellos?

Los representantes vivos actuales de la clase Arachnida se encuentran clasificados en 11 órdenes –incluyendo a las arañas– de los cuales siete son considerados como órdenes menores, esto se debe al número total de especies que los componen. Dentro de ellos se encuentra el orden Thelyphonida (Figura 1), conocidos comúnmente como vinagrillos o vinagrones debido a la capacidad que tienen de expeler una sustancia compuesta principalmente por ácido acético (que forma parte del vinagre) expulsado por un par de glándulas ubicadas en el último segmento del cuerpo. Esta sustancia es completamente inofensiva para los seres humanos, ya que sus efectos no pasan de una simple irritación en los ojos o en la nariz.


Figura 1. Macho adulto de Mastigoproctus giganteus, recolectado en Cuernavaca, Morelos, México. Fotografía por Diego Barrales-Alcalá.


Los vinagrillos actualmente están distribuidos en cuatro continentes: África, Asia, América y Oceanía; y en total agrupan alrededor de 125 especies (Harvey, 2013). Aunque se les puede hallar con mayor facilidad en los trópicos, existen especies que habitan los bosques fríos de pino-encino, en altitudes mayores a los 2000 metros sobre el nivel del mar.

En México están registradas ”oficialmente” sólo dos especies: 1) Mastigoproctus lacandonensis Ballesteros y Francke, 2006 (Figura 2), habitante de la Selva Lacandona, Chiapas, es de talla pequeña –no más de 4 centímetros– y bastante difícil de encontrar y 2) Mastigoproctus giganteus (Lucas, 1835), posiblemente la más popular no sólo en México, sino en el mundo, debido principalmente a su distribución. Además de ubicarse en prácticamente todo nuestro país –a excepción de siete entidades federativas–, también se encuentra en la parte sur de los Estados Unidos. Esta especie es una de las más grandes, llega a medir hasta 14 centímetros con todo y patas (Figura 3) y aunque su comportamiento es dócil, no dudan en adquirir una postura defensiva amenazante si es molestada. En últimas fechas se han venido popularizando como mascotas entre los aficionados.


Figura 2. Hembra adulta de Mastigoproctus lacandonensis, recolectada en la Selva Lacandona, Chiapas, México. Fotografía por Griselda Montiel-Parra, tomada de: UNIBIO-UNAM.


Esta última especie ha sido dividida tradicionalmente en tres subespecies, mismas que se hallan en México. Pero en realidad su historia taxonómica ha sido complicada a lo largo del tiempo, como suele suceder con los organismos poco estudiados y por ende poco conocidos; las personas que llegan a trabajar con ellos difícilmente se ponen de acuerdo, e incluso algunos han sido poco detallados en sus observaciones, lo que ha ocasionado que se dejen de lado muchos aspectos inherentes. Precisamente, este es el caso de los vinagrillos de América del Norte; lo que por mucho tiempo se pensó era una sola especie ha resultado ser un grupo de varias especies, con características únicas y bien localizadas geográficamente. Gracias a investigaciones recientes, ahora sabemos que las tres subespecies en realidad deben ser consideradas como especies independientes y no sólo eso, sino que hay una diversidad mucho mayor a lo que se pensaba anteriormente.


Figura 3. Macho adulto de Mastigoproctus scabrosus una de las especies de mayor tamaño presente en México (previamente considerada como una de las tres subespecies de Mastigoproctus giganteus). Fotografía por Diego Barrales-Alcalá.


Ya que este arácnido se encuentra en varios estados de la República Mexicana, es común que la gente lo llegue a relacionar con situaciones estrambóticas; por ejemplo, en la Sierra Otomí de Puebla la gente los asocia con la vergüenza, debido principalmente a su olor. Ahí se piensa que si un vinagrillo se le cruza a alguien por el camino, seguramente esta persona sufrirá una situación vergonzosa. En Veracruz las personas les apodan “langostinos” debido a su gran tamaño. En algunas partes del Estado de México son considerados tan letales que en cuanto ven alguno no dudan en matarlo a palazos. En Sonora se considera que los “meados” de estos animales son sumamente tóxicos. Aunque es cierto que las creencias populares alimentan en algunos casos la riqueza cultural de los pueblos, para el caso de los arácnidos estas creencias casi siempre repercuten en su contra, ya que muchos de estos mitos son infundados y desafortunadamente la misma suerte corren los vinagrillos.

En México está despertándose un renovado interés por el estudio de estos organismos y se espera que próximamente aparezca publicada una extensa revisión de las poblaciones de vinagrillos en nuestro país. Mientras tanto, si alguno llega a cruzarse por tu camino ¡no lo mates! A menos que quieras que te suceda algo vergonzoso o termines perfumado con un dulce olor a vinagre.

©Arácnidos

Editor: Ricardo Paredes.

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